Virginia
Woolf, innovadora de la novela moderna
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Virginia Woolf, escritora |
Hace cien años que se publicó la primera novela Fin de
viaje , de Virginia Woolf, en la que aparece nítidamente el intento de la
novelista por romper con la novela tradicional, por lo que es considerada una
de las renovadoras de la novela moderna junto a figuras como James Joyce, Franz
Kafka o Thomas Mann.
Virginia Woolf
(1882-1941), novelista y crítica británica, se hizo famosa por su depurada
técnica del monólogo interior de los personajes en el que intentaba plasmar los
pensamientos e ideas que provienen del subconsciente y por su exquisito estilo poético que fueron sus
principales aportaciones a la novela moderna.
Su verdadero nombre
era Adeline Virginia Stephen, hija de sir Leslie Stephen, distinguido crítico, biógrafo,
filósofo e historiador, Por ese motivo
Virginia se educó en un ambiente culto y refinado, frecuentado por literatos,
artistas e intelectuales.
A raíz de morir su padre, en 1905, se
trasladó a vivir con su hermana Vanessa –quien se casaría más tarde con el
crítico Olive Bell- y sus dos hermanos, en el barrio londinense de Bloombury,
lugar que se convertiría en lugar frecuentado por librepensadores, y antiguos
compañeros de estudios de sus hermanos, entre los
que se contaban intelectuales de renombre como eran, el economista J. M. Keynes
y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y el escritor E. M. Forster,
entre otros, además del propio Olive Bell, quien sería su cuñado, y el economista Leonard Woolf con quien contraería
matrimonio Virginia, en 1912, y adoptaría a partir de entonces su apellido.
Grupo sería conocido después como el grupo de Bloomsbury. Los miembros del
mismo tenían como nexo común en el plano intelectual la búsqueda del
conocimiento y del placer estético, a la
que consideraban como el fin más elevado al que pueda aspirar el ser humano, además
de hacer gala todos ellos de un patente anticonformismo político estético y moral.
En 1917 fundó junto a su marido la editorial
Hogart.Press, editorial que publicaría la que editó la obra de la propia
Virginia y la de otros famosos escritores,
como T. S. Eliot, Katherine Mansfield, o S. Freud. Sus primeras novelas fueron Fin
de viaje (1915) , Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922), en
las que se hace patente la decisión de la autora de romper con las normas
narrativas de la novelística inglesa anterior, sobre todo en lo relacionado con
la hasta entonces obligada sujeción al argumento de los personajes y actos, y
la correspondiente descripción de ambientes y personajes de la trama que era
obligada, técnica narrativa que se
encontraba así encorsetada en dicha estructura rígida y fijada por los cánones
literarios anteriores. Estos primeros intentos de novedosa técnica narrativa no
recibieron apenas atención por parte de la crítica.
Fue a partir de la
publicación de sus novelas siguientes La señora Dalloway (1925) y Al
faro (1927), esta última novela considerada clave del modernismo y de consagración de su
autora en la nueva novela del siglo XX, además de estar considerada como su obra más autobiográfica, cuando consiguió el reconocimiento de la crítica que alabó la originalidad
de su obra y sus recursos narrativos en los que la vida interior de los
personajes es determinante para conseguir los efectos psicológicos gracias al
uso de imágenes, metáforas y símbolos más cercanos a la poesía que a la
narrativa. Todo la narración de cada una de sus obras se haya impregnada de la
exposición de las emociones, ideas y sentimientos de los personajes que
expresan, a través de un continuo monólogo interior que les concede tanto a los
seres que habitan en esas obras como a las circunstancias normales y
cotidianas, un matiz singular que los convierte
a unos y otras en seres y sucesos extraordinarios.
Ese interés proustiano por el tiempo y su devenir que tanto la
influencia, se aprecia en la obra La señora Dalloway que transcurre en
un lapso de tiempo de doce horas que se manifiesta en los continuos cambios que
se van produciendo en el interior de los personajes y en su percepción que
tienen ellos mismos, de quienes los rodean, y de su propios y personales mundos
multifacéticos.
Las siguientes
obras ofrecen un estilo más afianzado y
personal como son Las olas (1931) que
es la que ofrece un estilo más sutil y depurado y presenta los continuos
cambios en la vida interior de seis personajes, al igual que los flujos y
reflujos del oleaje se producen esas oleadas preconscientes en la conciencia de
aquellos, que van expresando en un lenguaje que nada tiene que ver con el tradicional
y lógico de obras más convencionales, y de ahí su título; y Orlando
(1928) que está inspirada en la vida de su amiga Vita Sckville-West, también
escritora, en la que la historia está aureolada de fantasía y su protagonista
vive cinco siglos de la historia inglesa, pero, a su vez, es un agudo análisis
del sexo, la identidad y la creatividad.
En su obra se advierte
la desaparición del argumento, la acción
y la correspondiente intriga en el desarrollo de la trama, por lo que sus
narraciones se basan y justifican en el deseo de mostrar la vida anímica,
psicológica y mental de los personajes, en un continuo cambio que provoca la inquieta vida interior y la siempre
inaprehensible conciencia.
Se advierte en su
narrativa una fuerte influencia del filósofo francés Henri Bergson, así como
del escritor francés Marcel Proust, como se dice anteriormente, que la inclinó
hacia profundizar en la idea del tiempo y sus múltiples vericuetos, así como de
su propio marido, Leonard Woolf.
Virginia Woolf no sólo escribió obras de
narrativa, sino también biografías: una desenfadada narración de la vida de los Browning,
cuyo narrador es su perro (Flush); y, otra, sobre el crítico Robert Fry
(Fry). Además, escribió ensayos y
en estos mostraba su preocupación por la condición femenina y el necesario
apoyo social para construir y afianzar la identidad de la mujer, además de
defender la aportación de la mujer escritora en su obra Una habitación
propia (1929).
Otros elementos valiosísimos para
poder llegar a conocer a esta escritora son su correspondencia y diarios que
fueron publicados después de su trágica muerte y que sirven de objeto de
estudios tanto para los estudiosos de su obra como para los lectores que deseen
conocer mejor la subyugante personalidad de esta escritora.
Además de su obra de narrativa,
ensayística y biográfica, fue una respetada crítica literaria. Fue una
constante defensora de la condición femenina y las relaciones de la mujer con
el arte y la literatura, tema que fue motivo de reflexión en algunos de sus
ensayos, entre los que destaca, por la importancia que tuvo después para los
movimientos feministas, Una habitación propia (1932) antes
citado. También su obra de narrativa estuvo inspirada en el tema de la
identidad femenina como es el caso de la enigmática obra Orlando (1928), en la
que la condición masculina y femenina se confunden en la figura del noble
protagonista que posee el extraño poder de transformarse en mujer a su voluntad
y volver a su condición masculina según su deseo.
Algunas de sus obras han sido
llevadas al cine y su propia vida también protagonizada por Elizabeth Taylor y
Richard Burton, en la que se ofrece la tormentosa relación del matrimonio
Woolf, que no parece reflejar la realidad vivida por Virginia y su marido,
sobre todo después de leer su correspondencia y la carta que dejó explicando su
deseo de morir.
El 29 de marzo de 1941, en plena
crisis de la enfermedad mental que padecía desde hacía años, quizás manifestada
a raíz de la prematura muerte de su madre cuando Virginia sólo tenía trece
años, y por la que había sido ingresada en varias ocasiones a lo largo de su
vida, salió de su casa de campo y desapareció hasta que fue encontrado su
cadáver , días después, en el río Ouse en el que había muerto ahogada en un
deseo de acabar con su vida, tal como dejo escrito en unas cartas dirigidas a
su marido y a su hermana, explicando los motivos. No era la primera vez que lo
había intentado, pues días antes había regresado a su casa con la ropa mojada y
con la excusa de que había caído en el
río accidentalmente. Ese día, quizás, no tuvo valor para llevar a cabo su letal
propósito que consumó días después.
El motivo de su suicidio está
explicado en su carta de despedida a su marido con el que no tuvo hijos por
decisión de la pareja ante los problemas mentales de la escritora diagnosticada
como bipolar. Su carta es expresiva y clarificadora al respecto, pero es mejor
que la escritora lo explique:
Querido:
Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra
de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír
voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor.
Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo
que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta
que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando
tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera
puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te
debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e
increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien
pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza
de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No
creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido
nosotros.
V."
Su trastorno mental que se
manifestó desde la muerte de su padre, el incesto del que fue víctima por parte
de uno de sus hermanastros, su propia condición de mujer en una época en la que
ésta estaba irremediablemente relegado a
su función de ama de casa y madre de familia sin ninguna proyección social ni
intelectual, a pesar del triunfo y del éxito del que Virginia Woolf disfrutó pese
a no haber podido asistir a la Universidad, porque esa oportunidad se la dieron
a sus hermanos varones, pero ni ella ni su hermana recibieron estudios
universitarios; además de una latente homosexualidad nunca confesada por la
escritora, pero la que parece ser la explicación de su amistad íntima y sensual
con la escritora Vita Sckville-West que, aunque nunca fue
demostrada, hay indicios de que tuvo un carácter mucho más sentimental y sexual
del que la mera amistad entre mujeres puede hacer pensar, como así reconoció un
hijo de Vita que afirmaba que su madre y Virginia Woolf fueron amantes.
Todos estos elementos fueron
determinantes para que una mujer que gozaba del triunfo, del reconocimiento de
la crítica y del público y de una desahogada posición social y económica, la
llevaran hasta el punto en el que no podía seguir viviendo porque se
consideraba un lastre para su marido a quien, a pesar del amor que le
confesaba, llegó a agredir físicamente en algunas de sus crisis nerviosas. Todo
esto la llevó hasta la muerte voluntariamente, porque en ella podría encontrar
la paz y el descanso que le eran negados en una vida en la que, a pesar del
oropel que la rodeaba, se sentía sólo una mujer en un mundo de hombres como una
figura delicada y frágil, inmersa en una sociedad cuyos valores estéticos y
morales le parecían obsoletos y hechos sólo para el disfrute de los varones a
costa de la renuncia a la realización intelectual y personal de toda mujer que,
a pesar del reconocimiento del extraordinario talento que Virginia Woolf tenía,
y por eso mismo, era consciente de que tenía unos raros privilegios que disfrutaba y que le eran
negados a la inmensa mayoría silenciosa de
las mujeres a las que quería dar voz en la lucha por su propia identidad
femenina que la convirtió en una adalid del movimiento feminista y a formar
parte del parnaso de los escritores más importantes del siglo XX.
Bibliografía:
Virginia Woolf: la vida por escrito, Irene Chikiar Bauer,
Taurus, 2015 (La mejor biografía de esta
autora, escrita en español y la más completa. De Imprescindible lectura).
“Virginia Woolf, una biografía corta” , Nigel Nicolson
(Ed. Mondadori).
“Virginia Woolf, una biografía”, Quentin Bell (Ed.
Lumen).