30 mayo, 2015

PATRICK MODIANO

Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014


            Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945) recibió el Premio Nobel de Literatura 2014, en octubre del pasado año, concedido por la Academia Sueca en Estocolmo, "por el arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más inasibles y descubierto el mundo de la ocupación". Dos días antes a la concesión de dicho galardón, Modiano negaba, con su sempiterna y sencilla amabilidad, la hipótesis de su candidatura al Premio Nobel de Literatura, aunque al final se alzó como ganador contra todo pronóstico porque no estaba en la lista de los favoritos, quizás porque su candidatura contaba con el obstáculo de la todavía reciente elección del también autor francófono J.M.G. Le Clèzio para el mismo premio.

Modiano es descendiente por línea paterna de una familia de judíos italianos que se había traslado a Salónica, ciudad desde la que emigró a París. Su madre era la actriz belga Luoisa Colpijn, conocida como Louisa Colpeyn que empezó a triunfar en la época de la ocupación nazi. Sus padres contrajeron matrimonio en 1944 y se conocieron durante la ocupación alemana de Francia, motivo por el que tuvieron que ocultarse. El matrimonio terminó separándose y su madre, después de varias relaciones sentimentales, acabó uniéndose a Jean Cau, quien había sido secretario personal de Jean Paul Sartre.

Cuando estudiaba en el Liceo Enrique IV de París recibió clases particulares de Geometría del escritor Raymond Queneau, amigo de su madre y miembro fundador del Oulipo  y autor de Zazie en el metro, encuentro que fue crucial para su carrera literaria posterior. Aunque terminó el bachillerato en Annecy, no realizó estudios superiores. Precisamente, fue Queneau testigo de la boda de Modiano con Dominique Zerhfuss, nacida en Túnez, celebrada el 12 de septiembre de 1970. De dicho matrimonio han nacido dos hijas, de las que habla en su obra El libro de familia, y Marie (1978).

Patrick fue el primer hijo del matrimonio. Su hermano, nacido en 1947 y fallecido en 1957, fue una figura importante y decisiva en todas sus obras publicadas entre 1967 y 1982, ya que su prematura muerte significó el final de la infancia del entonces futuro escritor. Esa muerte y las problemáticas relaciones que mantuvo con sus padres con ausencias constantes de sus progenitores: la su padre por sus negocios y la de su madre por las continuas giras, fue la causa de que Patrick viviera en su juventud en un perpetuo "exilio interior", rotando entre diversos internados en los que encontró siempre la soledad y la infelicidad, las que se agudizaron con la prematura muerte de su único hermano y fiel cómplice de su desventura.

Todos esos conflictos internos son la savia de la que se nutre la obra modiana y quizás el origen de ese distanciamiento e indiferencia en sus narraciones que transcurren siempre en París, ciudad que fue testigo y escenario de su propia infancia y adolescencia desamparadas y que nunca abandona, ya que Modiano es poco aficionado a viajar. Su propia vida discurre entre dos o tres barrios de Paris, ciudad en la que deambulan sus personajes siempre perdidos en sus contradicciones, inconformistas e inadaptados, que parecen buscar su propias raíces en la oscuridad de sus propios destinos infortunados.

A través de toda la obra de Modiano se advierte que ha escrito una "contra historia" de ciertos barrios de París en los que han sucedido muchos e importantes hechos reales trágicos e históricos. El afán del novelista parece rastrear las huellas de personajes nada claros y sí muy ambiguos que parecen reflejar en sus actos, a modo de trasuntos de aquéllos, las sombras de otros personajes que protagonizaron hechos o sucesos históricos y trágicos, ya fuera durante la ocupación alemana, bien en la guerra de Argelia, o durante las muchas y diferentes crisis sociales y políticas de Francia, sumida en las contradicciones que origina la propia crisis de identidad nacional.

La primera novela de Modiano, El lugar de la estrella, en 1968, fue publicada por la Editorial Gallimard, después de haber leído su manuscrito a Raymond Queneau. A partir de ese momento se dedicó únicamente a escribir. Otras novelas suyas y que son referentes en su obra fueron Una juventud y también En el café de la juventud perdida. Esta última es a modo de memoria, o crónica del 68 francés y de sus ecos, pues cuenta la historia de un bar de poca monta de París en el que se reunían supuestos poetas malditos,activista políticos, más o menos exaltados; soñadores, utópicos, policías secretos,desencantados varios del sistema y un largo etcétera. El desencanto que provocó el final del llamado Mayo del 68 es uno de los temas recurrentes que aparece constantemente en la obra de Modiano, quien fue testigo privilegiado de aquellos convulsos años de revuelta.

Su novela Una juventud tiene puntos de coincidencia con El café de la juventud perdida, aunque de forma tangencial, pues ofrece la historia de dos chicos inadaptados que intentan sobrevivir y abrirse camino en un París inhóspito. La atmósfera en la que se desenvuelve la narración es un tanto negativa, densa y desesperanzada, aunque también sugestiva por las connotaciones de promesa incierta de un futuro soñado pero inalcanzable.

Otras obras de Modiano son Un circo pasa, La hierba de las noches o Un pedigrí, una corta biografía de Modiano narrada en una voz que ofrece siempre un tono frío, casi indiferente y lejano de lo narrado, que fue catalogado como. "muy francés", por algunos críticos.

Otro de los temas fundamentales en su obra en la ocupación alemana de Francia durante la II Guerra Mundial, tema fundamental en sus novelas El lugar de la estrella, La ronda de noche y Los bulevares periféricos, obras que parecen anticipar su obra ya aludida En el café de la juventud perdida, obras que presentan un mosaico que va conformando el Paris ocupado por los alemanes en el que pululaban los nazis, oportunistas, miembros de la Resistencia, fascistas, estraperlistas y demás fauna variopinta que intentaban sobrevivir en una ciudad en la que la vida y la muerte estaban separadas por un delgado hilo siempre presto a romperse.

La figura paterna parece influenciar toda su obra por las resonancias que ofrece, empresario un tanto oscuro que se dedicó a comerciar con toda clase de bienes y servicios con el ejército de ocupación nazi, entre los que se contaban desde mercancías variopintas hasta hombres y mujeres, gracias a sus relaciones con toda clase de traficantes y policías que hicieron fortuna con el siniestro tráfico que realizaban con pericia.

El estilo de Mediano siempre es constante en toda su obra, en el que se definen indudablemente la indiferencia, el alejamiento y la frialdad narrativa que pone más de relieve la atrocidad de la época. Todas estas notas de distanciamiento narrativo se aprecian tanto en la estructura narrativa en sí misma como en las terribles escenas que narra con la frialdad y asepsia con las que un cirujano hunde el bisturí en el cuerpo del paciente. Modiano escribe sin mayores propósitos de enjuiciar moralmente, ni acentuar el tono en la tragedia, ni representar con exaltación la maldad de unos y la bondad de otros, sino que sólo intenta ofrecer un retrato que sea fiel reflejo de un lugar y una época siniestra. Consigue, por ese tono neutro, dotar a ese friso de elementos dispares de personajes, lugares parisinos y situaciones siniestras dotar a la narración de un encanto peculiar que atrapa al lector desde el primer momento, porque en él reconoce la sinceridad objetiva de un narrador que quiere mostrar una realidad sin juzgar, criticar o valorar lo que narra, función que deja al lector que, por eso mismo, se convierte en un
cómplice del autor que le ofrece un testimonio para que juzgue, reflexione y saque sus propias conclusiones.

Modiano es un autor que destaca dentro de los de su generación, como son, entre otros, Pierre Michon  Pascal Quignard,  o Le Clézio y, al igual que éstos, vive de forma muy independiente y volcado completamente en su trabajo en un céntrico y acomodado barrio parisino, llevando una vida tranquila y sencilla, huyendo de la vida mundana y mediática. Visitante asiduo de las librerías de viejo de su barrio y aledaños, en constante búsqueda siempre de los tesoros literarios a rescatar por un lector que sepa apreciarlos y rescatarlos del olvido, de ese olvido de la historia de una reciente época, trágica y convulsa, el que impide alcanzar a través de su obra y que consigue, como afirma la Academia Sueca:"por el arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más inasibles y descubierto el mundo de la ocupación".

Es motivo de celebración para los franceses y para los lectores de todo el mundo, conocedores de su obra excepcional, esta concesión del Premio Nobel de Literatura a un escritor singular que sabe recrear y ofrecernos unas inolvidables páginas en las que la vida transcurre con la autenticidad que sólo un escritor de extraordinario talento puede ofrecer.



30 octubre, 2014

JOHN BANVILLE

John Banville, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014

Ana Alejandre
Jonh  Banville

La noticia de la concesión del  Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, en su 34º edición a John Banville no ha sorprendido, pero sí ha entusiasmado a sus muchos seguidores, tanto en su país Irlanda, como en el resto del mundo donde tiene una gran audiencia entre los lectores que encuentran en sus obras -unas, firmadas con su nombre real y, otras, con el pseudónimo de Benjamín Black con el que firma sus obras del género policíaco o "negro"-,  la creación de unos mundos privados, íntimos, pero siempre inquietantes, sabiamente descritos y recreados y, al mismo tiempo, en las del género policíaco esos mundos se tiñen con tintes más oscuros para ofrecer aquellas zonas más sórdidas, peligrosas y deleznables del ser humano.

El Jurado destaca en su veredicto su "inteligente, honda y original creación novelesca, y a su otro yo, Benjamin Black, autor de turbadoras y críticas novelas policiacas", y concluye diciendo: "atrae y deleita por la maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos, y por su reflexión sobre los secretos del corazón humano".

Entre los otros 23 candidatos, todos ello autores de prestigio como son Haruki Murakami, James Salter o Ian MacEwan, además de los españoles Juan Goytisolo y Pere Gimferrer, ha prevalecido John Banville, quien demostró su emoción al conocer la noticia y especialmente que la entrega de dicho premio lo haría el que ya habría dejado de ser Príncipe de Asturias para convertirse en Felipe VI,  Rey de España.

El contenido humano que destila toda la obra de este autor es esencial en el valor literario de sus novelas, porque en ellas prima su escritura elegante, pausada, siempre certera en las descripciones de los sentimientos y del mundo íntimo y personal de los personajes que habitan sus obras; pero también hace hincapié en la necesidad de que la historia narrada ofrezca, además y sobre todo, un caudal de belleza sin el que la historia contada no tendría la calificación de la literatura, es decir, de arte. 

Sorprende a todo lector, por avezado que pueda ser, su capacidad de descifrar los secretos de la naturaleza humana y de describirlos con una honda sabiduría emocional que dota a sus personajes, siempre atrapados en dudas existenciales o en crisis personales e íntimas, de una total veracidad que llega a los lectores porque en ellos se pueden reconocer, ya que son seres auténticos, dotados de vida, de autenticidad y de una humanidad que traspasa las páginas para dejar una honda huella al lector.

Este premio de tanto prestigio tanto dentro como fuera de España, se une al recibido en 2005, el Premio Booker, por su novela El mar, además del Premio Allied Iris Bank Fictión por su obra Kepler. En 2011 también recibió el prestigioso Premio Franz Kafka,  galardón considerado como la antesala del Premio Nobel.

Banville, nacido eh 1945 en Wexford (Irlanda), ha sido un autor desconocido en España hasta 2007, aunque era un autor de culto para los lectores que lo habían descubierto. Fue en ese mismo año cuando creo el personaje de Benjamin Black. 

Además de crear sus propios personajes, ha recobrado al personaje de Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler, en su última novela escrita con el pseudónimo Benjamin Black, La rubia de ojos negros, a petición de los herederos de Chandler.

En la prosa de Benville están manifiestas las referencia culturales, en las que el autor muestra todo el caudal de conocimientos de los mitos clásicos, pero además muestra siempre una carga de ironía pero no exenta de esa belleza, búsqueda constante de este autor para el que ésta última tiene que ser parte fundamental de su obra, y para ello siempre utiliza la expresión más genuina en la que pueda plasmarse aquella sin perder, por ello, la más exquisita depuración estilística y formal que convierten a todas sus obras en auténticas joyas literarias, en las que el humor negro siempre aparece matizando todas las situaciones narrativas. Por ello, se le considera uno de los grandes maestros de la literatura contemporánea y para algunos estudiosos es el verdadero sucesor de Nabokov.

Su serie de novela negra,  publicada con el pesudónimo de Benjamin Black, protagonizada por Quirke, ha obtenido un gran éxito de crítica y público -fenómeno que no suele coincidir casi nunca-,  ofrece títulos como El secreto de Christine (2007), El otro nombre de Laura (2008), En busca de April (2011), Muerte en verano (2012) y Venganza (2013), cuyos derechos han sido adquiridos por la BBC para llevarla a la pantalla en fechas próximas.

Su últimas novelas publicadas han sido una con su nombre real, Antigua luz, que en España fue publicada por Alfaguara en 2012; y, otra, la ya mencionada La rubia de ojos negros, también publicada por dicha editorial en 2014. Ha publicado casi una treintena de la libros, tanto con su nombre real como con el ya mencionado pseudónimo.

Antes de escritor trabajó en una compañía aérea. A partir de 1970 inició su colaboración con Irish Press, hasta 1995, año en que se cerró dicha publicación. Luego  comenzó como subdirector del Irish Times y también como editor literario hasta 1999. Actualmente colabora con The New York Times Review of Books. Además de su labor periodística también ejerce como crítico literario.

Para este autor el lenguaje es lo más importante, por lo que trabaja y cuida meticulosamente el texto escrito, porque según afirma lo demás como es la trama y los personajes "van por su lado". Afirma al igual que Chadler que el lenguaje es lo que marca el estilo y es lo primordial. 

Otorgarle el Premio Príncipe de Asturias de las Letras es el reconocimiento debido a un escritor que ha creado un universo personal, dotado de una gran  riqueza conceptual y con resonancias clásicas, que constituye un certero estudio de la condición humana a través del análisis de unos personajes que se debaten en sus propias contradicciones y en una sociedad como la actual en el que ser humano se encuentra más perdido y desorientado que nunca, pero sin renunciar por ello a la consecución de un estilo propio, de un lenguaje cuidado y siempre sugerente, y una constante y conmovedora belleza. 

13 mayo, 2014

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


Escritor y periodista colombiano, uno de los mejores narradores del siglo XX, nacido en Aracataca (departamento de Magdalena), en 1927, aunque su familia se trasladó a Bogotá cuando era muy niño.

Comienza sus estudios universitarios en 1947, al matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena, pero sin tener verdadero interés por dichos estudios, por lo que se interesó por el periodismo, influenciado por su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella. Comenzó a publicar a mediados de 1940 en varios periódicos locales sus artículos, cuentos y crónicas de cine. A raíz del asesinato del dirigente liberal Eliécer Gaitán, en Bogotá, y las consiguientes protestas que se produjeron por dicho motivo y la represión que éstas originaron, es cuando comenzó su colaboración, en 1946, en el periódico liberal de Cartagena de Indias, El Universal, como redactor. Entre 1948 y 1952 colaboró en El Heraldo de Barranquilla y a partir de 1952 en El Espectador de Bogotá. A partir de 1953, colabora con el periódico El Nacional y en sus textos se refleja una permanente capacidad expresiva y un estilo propio y personalísimo en el que se puede encontrar, tal como él mismo confiesa, la fuerte influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. 

Comienza publicando una novela breve, La hojarasca (1955), en la que aparecen también las resonancias del escritor norteamericano William Faulkner. Fue destinado, entre 1959 y 1961, como representante de la agencia de noticias cubana La Prensa en Bogotá, La Habana y Nueva York. Por sus ideas políticas se enfrentó al dictador Laureano Gómez y también se opuso a su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que se vio obligado a pasar las décadas de 1960 y 1970 en un exilio voluntario tanto en México como en España.

Al igual que otros escritores del boom de la literatura latinoamericana, fue defensor de la Revolución Cubana y, a pesar de que muchos de ellos abandonaron su defensa de Fidel Castro y su política, García Márquez siguió apoyando a Fidel Castro y continuamente participó en diversas polémicas en la prensa con otros escritores, además de participar en diferentes encuentros sobre la situación en Cuba, especialmente en lo relativo a los derechos humanos.

A esa primera novela le seguiría la obra maestra El coronel no tiene quien le escriba (1961), novela en la que aparecen ya personajes que después volverían a surgir en Cien años de soledad (1961) y en 1962 la colección cuentos titulados Los funerales de Mamá Grande y la novela La mala hora. En estas obras se va perfilando un cambio en el estilo narrativo que va dejando atrás el barroquismo de su primera novela para asumir un estilo más puro y decantado que se encuentra ya en El coronel no tiene quien le escriba, más cercano al estilo un tanto lacónico de Hemingway. Muchos de sus relatos formaron parte de la grandiosa novela Cien años de soledad (1967) que le encumbró a la fama. Obra escrita en dieciocho meses, en su exilio en México, en la que aparece por vez primera el pueblo de Macondo, creación literaria de Gabriel Márquez en el que construye un universo narrativo de profundos ecos que cautivaron e influenciaron la narrativa de toda Latino América, obra en la que aparece la familia Buendía y en la que se advierten las obsesiones de su autor, influenciado por las leyendas y cuentos fantásticos que oía y leía desde niño y que le crearon en el imaginario un universo rico de imágenes que le acompañaron siempre. En ese pueblo imaginario se cruzan las fronteras de lo real y lo mágico, en una extraña fusión que crea un universo singular y único en el que se basa toda la narrativa encuadrada después en el llamado "realismo mágico", y que viene a ser como una crónica, condensada en ese mítico lugar, de los diversos países latinoamericanos; pero también como una metáfora del ocaso, del hundimiento de cualquier civilización que llega a su final, dándose cuenta de su inevitable derrumbe.

A esos títulos le siguieron El otoño del patriarca (1975), que es una novela en la que la trama está construida alrededor del poder y de la corrupción que del mismo deviene, seguida por Crónica de una muerte anunciada (1981), crónica novelada de un asesinato en una pequeña ciudad latinoamericana; El amor en los tiempos del cólera (1985), es una historia de amor que, aunque sigue las pautas normales de ese tipo de narración, ofrece sin embargo un fondo pasional sabiamente construido que crea una atmósfera narrativa en la que la violencia y el amor se dan la mano. Le sigue El general en su laberinto (1989), novela que narra la ficción de los últimos días de vida de Simón Bolívar, enfermo y despojado de su poder. Además, publicó los libros de cuentos La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) y Doce cuentos peregrinos (1992). También publicó Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997).

La obra de García Márquez ha sido reconocida en numerosos países por su singularidad, mezcla de realidad y fantasía, así como la originalidad de pensamiento y valentía que ofrecen sus textos periodísticos y de lo que es ejemplo Noticia de un secuestro (1996), un reportaje novelado sobre el narcoterrorismo colombiano que obtuvo un sonoro éxito. Publicó La bendita manía de contar (1998) y su autobiografía Gabriel García Márquez, y tomó la decisión de comprar la mitad de las acciones de la revista colombiana Cambio a fin de poner en práctica sus ideas sobre el periodismo. La primera parte de sus memorias, Vivir para contarla (2002), trata de sus años de infancia y juventud y los recuerdos de su Aracataca natal hasta 1955. En 2004 volvió a publicar otra novela, la última de su fructífera carrera literaria, con el título de Memoria de mis putas tristes, en la que narra la relación amorosa entre un nonagenario y una adolescente.

A lo largo de su vida, recibió innumerables premios como son como el Rómulo Gallegos, en 1973, y el Nobel de Literatura, en 1982. A raíz de recibir el Premio Nobel, recibió la invitación del gobierno colombiano para regresar a su país, y cuando así lo hizo realizó el cometido de intermediario entre aquél y la guerrilla.

Promovió la fundación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), en 1986, en colaboración con el cineasta argentino Fernando Birri, y participó en varios guiones cinematográficos, tanto en adaptaciones de sus propias obras, como en colaboración con otros escritores. Esta escuela está encaminada a la formación de realizadores del llamado Tercer Mundo y forma parte de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que también promovió y de la cual fue presidente hasta su muerte.

Falleció el 17 de abril de 2014, a los 87 años de edad, en México D.F., país en el que llevaba viviendo más de 50 años. El mundo de las letras hispanas pierde así uno de los más grandes escritores, creador de atmósferas literarias sin parangón alguno, y un hombre sencillo que siempre estuvo al lado de los más desfavorecidos y contra cualquier abuso e injusticia contra los que siempre alzó su voz de escritor y hombre comprometido con la defensa de la libertad y dignidad del ser humano. 

Descanse en paz.

Gabriel García Márquez, Bibliografía



Novela:
La hojarasca 1955

El coronel no tiene quien le escriba 1961

La mala hora 1962

Los funerales de la Mamá Grande 1962

Cien años de soledad 1967

El otoño del patriarca 1975

Crónica de una muerte anunciada 1981

El amor en los tiempos del cólera 1985

El general en su laberinto 1989

Del amor y otros demonios 1994

Memoria de mis putas tristes 2004


Periodismo:

Obra periodística 1: Textos costeños 1981

Obra periodística 2: Entre cachacos 1982

Obra periodística 3: De Europa y América 1983

Obra periodística 4: Por la libre 1984

Obra periodística 5: Notas de prensa 1991

Crónica, artículos, reportaje y ensayo:

Relato de un náufrago 1970

Cuando era feliz e indocumentado 1973

Chile, el golpe y los gringos 1974

Crónicas y reportajes 1976

De viaje por los países socialistas: 90 días en la cortina de hierro 1978

El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza 1982

Viva Sandino 1982

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile 1986

El cataclismo de Damocles 1986

Primeros reportajes 1990

Como se cuenta un cuento 1995

Noticia de un secuestro 1996

Teatro:

Diatriba de amor contra un hombre sentado 1988

Guion:

El secuestro 1982

Erendira 1983

Autobiografía:

Vivir para contarla 2002


Relatos:

Los funerales de la Mamá Grande 1962

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada 1972

Narrativa completa 1985

Los cuentos de mi abuelo el coronel 1988

Doce cuentos peregrinos 1992

Cuentos:1947-1992 1996

Yo no vengo a decir un discurso 2010

Todos los cuentos 2012


FILMOGRAFÍA
1954 - Langosta azul/ Colombia / Alvaro Cepeda Samudio.
1964 - El gallo de oro/ México / Roberto Gavaldón.
1964 - en este pueblo no hay ladrones/ México - Alberto Isaac.
1965 - tiempo de morir/ México / Arturo Ripstein.
1965 - Lola de mi vida/ México / Miguel Barbachano.
1966 - Juego peligroso/ México /Arturo Ripstein.
1968 - Patsy mi amor/ México / Manuel Michel.
1974 - presagio/ México / Luis Alcoriza.
1978 - El año de la peste/ México / Felipe Cazals.
1979 - María de mi corazón/ México / Jaime Humberto Hermosillo.
1979 - La viuda de montiel/ Cuba-México-Venezuela-Colombia / Miguel Littín.
1980 - El mar del tiempo perdido/ Venezuela / Solveig Hoogesteijn.
1980 - Erendira/ México / Ruy Guerra.
1985 - tiempo de morir/ Colombia / Jorge Alí Triana.
1986 - Crónica de una muerte anunciada/ Italia- Colombia / Francesco Rosi.
1988 - Serie de amores difíciles/ Televisión Española
1988-89 un señor muy viejo con unas alas enormes/ Cuba- España / Fernando Birri.
1989 - Me alquilo para soñar/ España-Brasil / Ruy Guerra.
1996 - Edipo alcalde/ Colombia-España / Jorge Alí Triana.
1999 - El coronel no tiene quien le escriba/ México-España-Francia / Arturo Ripstein.

PREMIOS

Premio de la Novela ESSO por La mala hora (1961)

Premio Rómulo Gallegos por Cien años de soledad (1972)

Premio Nobel de Literatura (1982)

Premio cuarenta años del Círculo de Periodistas de Bogotá (1985)

ENLACES

http://www.cadenaser.com/cultura/articulo/gabriel-garcia-marquez-55-anos-imaginando-literatura/csrcsrpor/20140417csrcsrcul_9/Tes
http://www.elmundo.es/cultura/2014/04/17/53503235e2704e2e468b457e.html
http://elpais.com/especiales/2014/gabriel-garcia-marquez/
http://www.lavanguardia.com/cultura/20140417/54405916916/gabriel-garcia-marquez.html
http://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/
https://www.facebook.com/GabrielGarciaMarquezAuthor
http://www.el-mundo.es/larevista/num124/textos/quinter1.html
http://www.bbc.co.uk/spanish/seriemilenio03.html
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140404_garcia_marquez_primer_editor_ob_ms.shtml
http://www.youtube.com/watch?v=Oe5zGydx-_4
http://www.youtube.com/watch?v=bK0r1FzXf5Y
http://www.youtube.com/watch?v=UzHWZKZXZwI


BIBLIOGRAFÍA SOBRE GARCÍA MÁRQUEZ:

Bloom, Harold (editor). Gabriel García Márquez. Nueva York: Chelsea Books, 1989. El gran crítico americano recopila aquí 18 importantes trabajos críticos que analizan al novelista desde diversos ángulos metodológicos.

Cebrián, Juan Luis. Retrato de García Márquez. Barcelona: Círculo de Lectores, 1989. Biografía del periodista y del escritor, realizada por otro periodista y escritor.

Collazos, Óscar. García Márquez, la soledad y la gloria. Panamá: Printer Internacional de Panamá, 1983. Ensayo sobre la obra del escritor colombiano, realizada por otro escritor colombiano.

Earle, Peter G. (editor). Gabriel García Márquez. Madrid: Ediciones Taurus, 2ª ed., 1981. Recopilación de textos biográficos y críticos sobre el autor que ofrecen una amplia revisión de aspectos fundamentales de su persona y obra.

Fau, Margaret Eustelle. Gabriel García Márquez: An Annotated Bibliography, 1947-1979. Westport: Greenwood, 1980. La primera bibliografía sobre el autor que apareció en forma de libro; dos décadas después sigue siendo una fuente de información indispensable.

Amargura para tres sonámbulos (relato)

Gabriel García Márquez


Ahora la teníamos allí, abandonada en un rincón de la casa. Alguien nos dijo, antes de que trajéramos sus cosas —su ropa olorosa a madera reciente, sus zapatos sin peso para el barro— que no podía acostumbrarse a aquella vida lenta, sin sabores dulces, sin otro atractivo que esa dura soledad de cal y canto, siempre apretada a sus espaldas. Alguien nos dijo —y había pasado mucho tiempo antes de que lo recordáramos— que ella también había tenido una infancia. Quizás no lo creímos, entonces. Pero ahora, viéndola sentada en el rincón, con los ojos asombrados, y un dedo puesto sobre los labios, tal vez aceptábamos que una vez tuvo una infancia, que alguna vez tuvo el tacto sensible a la frescura anticipada de la lluvia, y que soportó siempre de perfil a su cuerpo, una sombra inesperada.

Todo eso —y mucho más— lo habíamos creído aquella tarde en que nos dimos cuenta de que, por encima de su submundo tremendo, era completamente humana. Lo supimos, cuando de pronto, como si adentro se hubiera roto un cristal, empezó a dar gritos angustiados; empezó a llamarnos a cada uno por su nombre, hablando entre lágrimas hasta cuando nos sentamos junto a ella, nos pusimos a cantar y a batir palmas, como si nuestra gritería pudiera soldar los cristales esparcidos. Sólo entonces pudimos creer que alguna vez tuvo una infancia. Fue como si sus gritos se parecieran en algo a una revelación; como si tuvieran mucho de árbol recordado y río profundo, cuando se incorporó, se inclinó un poco hacia adelante, y todavía sin cubrirse la cara con el delantal, todavía sin sonarse la nariz y todavía con lágrimas, nos dijo: “No volveré a sonreír”.

Salimos al patio, los tres, sin hablar, acaso creíamos llevar pensamientos comunes. Tal vez pensamos que no sería lo mejor encender las luces de la casa. Ella deseaba estar sola —quizás—, sentada en el rincón sombrío, tejiéndose la trenza final, que parecía ser lo único que sobreviviría de su tránsito hacia la bestia.

Afuera, en el patio, sumergidos en el profundo vaho de los insectos, nos sentamos a pensar en ella. Lo habíamos hecho otras veces. Podíamos haber dicho que estábamos haciendo lo que habíamos hecho todos los días de nuestras vidas.

Sin embargo, aquella noche era distinto; ella había dicho que no volvería a sonreír, y nosotros que tanto la conocíamos, teníamos la certidumbre de que la pesadilla se había vuelto verdad. Sentados en un triángulo la imaginábamos allá adentro, abstracta, incapacitada, hasta para escuchar los innumerables relojes que medían el ritmo, marcado y minucioso, en que se iba convirtiendo en polvo: “Si por lo menos tuviéramos valor para desear su muerte”, pensábamos a coro.

Pero la queríamos así, fea y glacial como una mezquina contribución a nuestros ocultos defectos.

Éramos adultos desde antes, desde mucho tiempo atrás. Ella era, sin embargo, la mayor de la casa. Esa misma noche habría podido estar allí, sentada con nosotros, sintiendo el templado pulso de las estrellas, rodeada de hijos sanos. Habría sido la señora respetable de la casa si hubiera sido la esposa de un buen burgués o concubina de un hombre puntual. Pero se acostumbró a vivir en una sola dimensión, como la línea recta, acaso porque sus vicios o sus virtudes no pudieran conocerse de perfil. Desde varios años atrás ya lo sabíamos todo. Ni siquiera nos sorprendimos una mañana, después de levantados, cuando la encontramos boca abajo en el patio, mordiendo la tierra en una dura actitud estática. Entonces sonrió, volvió a mirarnos, que había caído desde la ventana del segundo piso hasta la dura arcilla del patio y había quedado allí, tiesa y concreta, de bruces al barro húmedo. Pero después supimos que lo único que conservaba intacto era el miedo a las distancias, el natural espanto frente al vacío. La levantamos por los hombros. No estaba dura como nos pareció al principio. Al contrario, tenía los órganos sueltos, desasidos de la voluntad, como un muerto tibio que no hubiera empezado a endurecerse.

Tenía los ojos abiertos, sucia la boca de esa tierra que debía saberle ya a sedimento sepulcral, cuando la pusimos de cara al sol y fue como si la hubiéramos puesto frente a un espejo. Nos miró a todos con una apagada expresión sin sexo, que nos dio —teniéndola ya entre mis brazos— la medida de su ausencia. Alguien nos dijo que estaba muerta; y se quedó después sonriendo con esa sonrisa fría y quieta que tenía durante las noches cuando transitaba despierta por la casa. Dijo que no sabía cómo llegó hasta el patio. Dijo que había sentido mucho calor, que estuvo oyendo un grillo penetrante, agudo, que parecía (así lo dijo) dispuesto a tumbar la pared de su cuarto, y que ella se había puesto a recordar las oraciones del domingo, con la mejilla apretada al piso de cemento.

Sabíamos, sin embargo, que no podía recordar ninguna oración, como supimos después que había perdido la noción del tiempo cuando dijo que se había dormido sosteniendo por dentro la pared que el grillo estaba empujando desde afuera, y que estaba completamente dormida cuando alguien cogiéndola por los hombros, apartó la pared y la puso a ella de cara al sol.

Aquella noche sabíamos, sentados en el patio, que no volvería a sonreír. Quizá nos dolió anticipadamente su seriedad inexpresiva, su oscuro y voluntarioso vivir arrinconado. Nos dolía hondamente, como nos dolía el día que la vimos sentarse en el rincón adonde ahora estaba; y le oímos decir que no volvería a deambular por la casa. Al principio no pudimos creerle. La habíamos visto durante meses enteros transitando por los cuartos a cualquier hora, con la cabeza dura y los hombros caídos, sin detenerse, sin fatigarse nunca. De noche oíamos su rumor corporal, denso, moviéndose entre dos oscuridades, y quizás nos quedamos muchas veces, despiertos en la cama, oyendo su sigiloso andar, siguiéndola con el oído por toda la casa. Una vez nos dijo que había visto el grillo dentro de la luna del espejo, hundido, sumergido en la sólida transparencia y que había atravesado la superficie de cristal para alcanzarlo. No supimos, en realidad, lo que quería decirnos, pero todos pudimos comprobar que tenía la ropa mojada, pegada al cuerpo, como si acabara de salir de un estanque. Sin pretender explicarnos el fenómeno resolvimos acabar con los insectos de la casa; destruir los objetos que la obsesionaban. Hicimos limpiar las paredes, ordenamos cortar los arbustos del patio, y fue como si hubiéramos limpiado de pequeñas basuras el silencio de la noche. Pero ya no la oíamos caminar, ni la oíamos hablar de grillos, hasta el día en que, después de la última comida, se quedó mirándonos, se sentó en el suelo de cemento todavía sin dejar de mirarnos, y nos dijo: “Me quedaré aquí, sentada”; y nos estremecimos, porque pudimos ver que había empezado a parecerse a algo que era ya casi completamente como la muerte.

De eso hacía ya mucho tiempo y hasta nos habíamos acostumbrado a verla allí, sentada, con la trenza siempre a medio tejer, como si se hubiera disuelto en su soledad y hubiera perdido, aunque se le estuviera viendo, la facultad natural de estar presente. Por eso ahora sabíamos que no volvería a sonreír; porque lo había dicho en la misma forma convencida y segura en que una vez nos dijo que no volvería a caminar. Era como si tuviéramos la certidumbre de que más tarde nos diría: “No volveré a ver” o quizá: “No volveré a oír” y supiéramos que era lo suficientemente humana para ir eliminando a voluntad sus funciones vitales, y que, espontáneamente, se iría acabando sentido a sentido, hasta el día en que la encontráramos recostada a la pared, como si se hubiera dormido por primera vez en su vida. Quizás faltaba mucho tiempo para eso, pero los tres, sentados en el patio, habríamos deseado aquella noche sentir su llanto afilado y repentino, de cristal roto, al menos para hacernos la ilusión de que habría nacido un (una) niña dentro de la casa. Para creer que había nacido nueva.


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